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A veces nos produce auténtico terror el pensar en enfrentarnos al público. Y, sin embargo, en alguna ocasión tendrá que decir sí a esa conferencia o seminario, a realizar un discurso y a contestar a los medios de comunicación, tanto escritos como audiovisuales. Y no siempre encontrará quién le sustituya, ni conviene, corporativamente hablando, que lo sea en todas las ocasiones.
Muchas personas no pueden superar el denominado «miedo escénico», y el sólo hecho de enfrentarse a un público les plantea un «bloqueo», ya sea físico y/o mental, que les lleva directamente a un resultado ruinoso. ¿Recuerda aquel discurso que, a pesar de haber sido preparado por expertos, ser adecuado a su lenguaje habitual, estar transcrito en letra de tamaño apropiado, en páginas numeradas, dicho desde el sitio exacto, y con la megafonía correcta a un auditorio considerado fiel… resultó, a pesar de todo, un fracaso? ¿Qué falló?
Posiblemente la primera norma general de la comunicación personal: el convencimiento. Creer en lo que se dice

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